La ley de concesión del aeropuerto, que en un principio tuvo sanción ficta en el Congreso a finales de marzo pasado, parecería haber quedado en un premeditado olvido por parte del Gobierno, luego de las presiones de sindicalistas de la Dinac, quienes amenazaron con huelgas para que no se promulgara tal ley. El problema capital es que mientras los sindicatos tratan de defender sus canonjías, el país pierde porque la modernización del aeropuerto es una necesidad perentoria para que continúe el auge económico.
Una cosa es indiscutible: nuestro país no puede seguir soportando la vergüenza de tener el aeropuerto internacional más pobre, obsoleto y peligroso de toda Suda- mérica. Al mismo tiempo, se debe entender que ningún crecimiento económico es sostenible si no se tienen vías de comunicación aéreas modernas que faciliten la entrada al país y la salida del mismo de la manera más rápida y directa posible.
La ley de concesión de aeropuertos, que permitirá modernizar especialmente el Silvio Pettirossi a través del probadamente eficaz sistema de alianza público- privada, está hoy arrinconada, sin que pueda entrar en vigencia porque unos sindicalistas de la Dirección Nacional de Aeropuertos Civiles (Dinac) amenazan con paralizar la terminal aérea si se aplica la ley. Es que con esta, ellos corren el peligro de perder sus preciosas fuentes de negociados.
A simple vista, resulta absurdo y hasta extravagante que una sola dependencia del Estado, en este caso la Dinac, tenga nada menos que siete sindicatos. La razón es muy simple: cada sindicato (específicamente los dirigentes) venden su silencio cómplice a las autoridades del ente a cambio de cupos de "recaudación" propia. De acuerdo con fuentes de la Dinac, los sindicalistas tienen su fuente principal en cargas aéreas.
Si el aeropuerto pasa a funcionar bajo el control público-privado, los dirigentes sindicales ya no podrán continuar con sus negociados. Los sindicatos -por otra parte- tienen sus fuertes conexiones con políticos que entran también en el espectro de las "recaudaciones". Es una maquinaria perversa para privar al país de recursos genuinos.
Esta es la razón por la que unos vividores se oponen a que el Paraguay tenga un aeropuerto similar a los que lucen hoy, orgullosos, países como Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Argentina y otros.
Los sindicatos de la Dinac aducen que la propia entidad se podría encargar de modernizar el aeropuerto, en un recurso que suena a increíble porque, a lo largo de su ejecutoria, la misma demostró su absoluta incompetencia e ineptitud: basta ver el estado actual del Silvio Pettirossi. Y no se puede aducir falta de presu- puesto.
Por otra parte, el Poder Ejecutivo, que impulsó en principio esta ley, parece ahora titubeante ante las presiones sindicales, a las que se suman otras provenientes de la izquierda de ideología arcaica y primitiva, que rodea al presidente Lugo.
Las últimas cifras positivas de la economía del Paraguay atrajeron la atención del mundo. Reverdecieron proyectos de inversión, hay otros que ya están asegurados (por ejemplo la presencia del World Trade Center); el turismo está creciendo firmemente; nuestro país ya figura en la ruta y en el calendario de grandes eventos: congresos profesionales y científicos, seminarios, encuentros. Hay abundantes signos de dinámica económica.
Todo esto requiere un servicio aeroportuario de primer mundo, y para lograrlo hay que acabar con la corrupción que lo impide. El Paraguay no puede detener su crecimiento.
Fuente: www.ultimahora.com
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